jueves, marzo 23, 2006

Teatro. Obra: Gemelos.


Obra: Gemelos
Compañía: La Obra (ex La Troppa)
Actores: Laura Pizarro, Diego Fontecilla y Juan Carlos Zagal
Duración: Dos horas app.




El Sábado que pasó fui a ver esta aclamada obra de la compañía "La Obra".
Esta composición artística data de 1995 y es una adptación libre de la novela "El gran cuaderno" de Agata Kristof. Cuenta la historia de gemelos que se ven obligados en plena segunda guerra a vivir con su abuela (a la cual no conocen) ya que su madre cae en situación económica precaria y su padre se va a batallar al frente de combate. Ese es el argumento formal del cual está revestida la obra. Ahora bien en cuanto al contenido vemos un desarrollo de estos pequeños desde una ingenuidad pura, manejados por la candidez de sus cortos años, pasando luego al mundo adulto siempre acompañados de esa aura propia de su edad, esto es, analizando cada situación que se les plantea desde su tan íntima perspectiva no relacionando lo bueno en contraposición a lo malo sino buscando formas eclécticas de comprensión del medio que los rodea. Así es como cuando se les presenta un cura que abusa de una de sus amigas del pueblo ellos comprenden que esa actitud es mala, aberrante, pero la mejoran de una manera poco correcta, esto es sobornando al cura para que este les pase un dinero con lo cual podrán ayudar a un buen fin. O sea, se van adaptando al medio.

Este montaje en lo que dura muestra la vida misma.
Esots chicos atraviesan por diferentes esadios en donde se encuentran con problemáticas propias de la edad y frecuentes en la vida de todos.
Ellos emplean ciertos mecanismos de defensa contra la sociedad o mejor aún, para fortalecerse ellos mismos, llamados ejercicios de endurecimiento que no son más que las estructuras que nos planteamos y creamos ante diversas circunstancias que hacen que uno repita una determinada decisión frente a un mismo problema. Así vemos ejercicios de endurecimiento del cuerpo (ante la falta de comida para aguantar mejor el hambre) y del espíritu (ante epítetos que las personas les profieren en la calle).

En síntesis, esta obra tiene todo para ser un buen espectáculo teatral desde los actores (los cuales rinden una espectacular muestra de su variopinta manera de trabajar encarnando a diversos personajes, incluso, cantando y moviéndose como magistrales marionetas) , la escenografía (simplemente increíble, de lectura cinematográfica de calidad) y por último el argumento, el cual, simplón, clásico, nos trae de vuelta a nuestra primeras épocas, las de niñez, en donde el mundo suele ser una cosa distinta a la que nos acostumbramos cuando crecemos.